jueves, 26 de noviembre de 2015

Sandman X: El velatorio, de Neil Gaiman

1.
El último tomo de Sandman está dibujado como con lápices de colores, por un tal Michael Zulli. Como su nombre lo indica, se trata de un velatorio al que no solo asisten todos los personajes de todas las historias de los diez tomos, sino también vos y yo. No nos acordamos, porque ocurrió durante un sueño, y como casi todos los sueños, lo olvidamos al despertar. Pero fuimos. Es buenísimo porque no hay forma de rebatirlo.

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2.
Después hay dos capítulos de yapa, ilustrados por dos dibujantes distintos. Uno vuelve a estar protagonizado por William Shakespeare, y el otro tiene unos dibujos muy polémicos y sucede en un desierto de China.

3.
Parece que ahí quedó Sandman. Gaiman no lo escribió más, y DC discontinuó la serie, en el año 1996. Después salieron algunos especiales, escritos por otros, pero nada regular. Con su superpoder de superescritor insuperable, el personaje que había sido creado en los '30 y salía al final de las aventuras de Superman en un recuadrito de no te pierdas (con otra historia pero el mismo nombre y la misma máscara) llegó a su honroso fin. Buena decisión de las autoridades competentes. En 2016 dicen que sale una película, con el abal de Gaiman, dirigida y protagonizada por el gran Joseph Gordon-Levitt, que a pesar de todos los esfuerzos bienintencionados que hagan es muy probable que sea mala.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Manual Práctico del Odio, de Ferréz

1.
Este me lo compré en la Feria del Libro que había en la Casa de las Culturas de Resistencia, por 50 pesos. Aguante Chaco. Lo elegí basado exclusivamente en que forma parte de la colección "Vereda Brasil", de la editorial Corregidor. Hasta ahora nunca me falló. Aprovecho para volver a recomendar el magnífico Poema sucio/En el vertigo del día, del poeta brasileño Ferreira Gullar. En la misma colección está profusamente editada Clarice Lispector, a quién ni hace falta recomendar. Garantía de confianza. Les hago publicidad gratis porque hacen libros muy baratos, extremadamente bien traducidos, y con muchos paratextos interesantes. Este libro por ejemplo, además de contar con prólogo de la traductora, incluye textos críticos del músico Arnaldo Antunes, de la editora brasilera de “literatura marginal” Heloísa Buarque de Hollanda, de otro académico brasileño, un tal Joao Camillo Penna, y de otro escritor de la literatura periférica, Allan da Rosa; un glosario muy necesario; un apartado con significados de nombres de los personajes; y un listado de siglas utilizadas en la novela.

2.
Cuestión que compré este libro por el título y por el precio, basado en mi aprecio por la colección, y no me equivoqué. Otro librazo brasileño. Manual Práctico del Odio (2003) es la segunda novela de Ferréz, o Reginaldo Ferreira da Silva, artista paulistano multipropósito que antes de escribir novelas ya cantaba (o rapeaba) hip-hop, que también fundó una marca de ropa de la economía social y un sello discográfico (1DASUL) y que en general es un activista en contra de la marginalización de la enorme mayoría del Brasil y en particular de la población periférica de San Pablo. Tiene un blog.

3.
Dice Ferréz sobre su novela: 
Aunque todos los personajes de este libro existen o existieron, el Manual Práctico del Odio es una ficción. El autor nunca mató a nadie por dinero, pero entiende lo que eso significa y lo entiende desde el punto de vista del asesino. Esta novela cuenta la historia de un grupo que planea un asalto, pero también habla de otros miedos y misterios universales, de la gente que ama y odia y todo eso en explosivas proporciones.
Según leo en una de las numerosas notas que acompañan la edición del libro, Ferréz se comió un juicio por apología del delito por esto que acabo de transcribir.

4.
La novela tiene tres epígrafes. En una primera página, se lee: 
A los que conspiraron y alentaron mi caída, nada más justo que presentarles la tercera lámina, el Manual Práctico del Odio está aquí, fortificando la derrota de los que atentaron contra mí y los míos.
En la página siguiente, una lista de nombres empieza con el siguiente encabezado:
Los familiares y amigos lloraron por:
Y en la siguiente, dos citas de la Biblia.
Perseguí a mis enemigos, y los alcancé: no volví sino después de haberlos consumido.
El justo se alegrará cuando llegue la venganza: lavará sus pies en la sangre del impío.
Y así nomás, te larga. Es un principio fuerte, convengamos. Lo que sigue es una novela coral, con MUCHOS personajes, que por momentos –algunos más, otros menos- se vuelven protagonistas, toda vez que el punto de vista se convierte en el de ellos, siempre en tercera persona pero siempre sumamente focalizado, haciendo que los lectores nunca sepamos más que le personaje en foco. La historia gira en torno de una banda, la de Régis, Lúcio Fe, Neguinho da Mancha na Mao, Aninha, Celso Capeta y Mágico, que está planeando un asalto. A lo largo de los capítulos, muy cinematográficamente, estos seis personajes van tomando el centro de la escena y el narrador se ocupa de desarrollar sus pasados y presentes, deseos, miedos, fantasías, pero siempre como si los estuviéramos viendo en el presente, caminando por la calle, cambiándose de ropa, comiendo. Lo de cinematográfico no es un cliché: en este caso la palabra le queda justa. Ahora bien, como si esto no fuera poco para hacer una gran novela, el procedimiento de protagonización y desnudamiento psicológico y moral no se queda sólo con los integrantes de la banda: se expande por todo el barrio de la periferia paulista en la que viven los bandidos y alcanza a novias, amantes, vecinos, esposas de los vecinos, niños, policías... todos personajes relacionados a veces directa y a veces tangencialmente con el asalto en ciernes. El resultado es un fresco espectacular de un barrio, una favela, desde la óptica de un tipo como Ferréz, que escribió sobre su libro lo que les decía más arriba.

5.
El estilo es buenísimo: muy urbano, desprolijo pero brillante por momentos, con una cadencia que tiene algo del hip-hop brasileño del que proviene el autor y que también tiene algo de novela río a lo En el camino de Kerouac y de poesía. La cantidad de personajes con nombres en portugués hace que uno tenga que ir constantemente hacia atrás para rechequear quién es quién, como si fuera un libro de George Martin, pero en un momento ya no hace falta, se internaliza. Las historias paralelas se disparan para todos lados: hacia el pasado de los personajes, hacia sus relaciones amorosas, sus venganzas, y todos son cuentos hermosos y terribles (como el del chico enamorado que termina colándose en la escuela de noche para tomar cocaína solo, en un pupitre). Y el final es épico, en forma y en contenido. 
Altísima novela.