sábado, 25 de octubre de 2014

La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo

1.
Fernando Vallejo es un escritor colombiano. Vive en México porque lo perseguían los narcos o el Estado o los paramilitares o la guerrilla o algo así. Hay un documental sobre él que se llama La desazón suprema y que está entero acá. Yo no lo vi, por el momento. El director del documental es Luis Ospina, otro colombiano, amigo de juventud del gran escritor también colombiano Andrés Caicedo. Ospina dirigió un documental sobre Caicedo que se llama Unos pocos buenos amigos y que sí vi, en un Papifi, con Lauri, hace algunos años. Ospina estaba en la proyección. El documental sobre Caicedo se puede ver acá en una versión de 80 minutos, y acá en una versión de 130 ídem. Caicedo, Ospina y Vallejo son de Medellín, y escribieron/filmaron la ciudad de Medellín. No conozco Medellín, pero por leerlos a ellos creo que quiero y a la vez no quiero conocerla.

2.
El otro que filmó Medellín es Barbet Schroeder, cuando hizo la versión cinematográfica de La virgen de los sicarios. Cuentan que Barbet, que nació en Irán y que vivió en Francia, donde formó parte de La Nouvelle Vague, entre los dos acontecimientos mencionados vivió en Medellín. Y que por eso se sintió atraído por esta historia, en la que un viejo grámatico vuelve a su Medellín natal para encontrarla transformada en infierno por la delincuencia, la violencia, la corrupción y los habitantes del valle y las alturas, es decir de Medellín y de Medallo, como le dicen a las comunas de las laderas de las montañas, que no son otra cosa que la versión colombiana de nuestras villas de emergencia que también son Argentina, como indica el título de esa novela del papá de Horacio Verbitzky, Bernardo, que no leí. Cuentan también que como en 1999 la guerra narco en Medellín seguía en su apogeo, hacer esta película abiertamente era muy peligroso, por lo que Barbet armó una película-pantalla, con cámaras de cine sin rollo adentro, y filmó sin filmar en algunas locaciones de la ciudad, mientras que por otro lado, con dos actores y una cámara digital (cuando eran nuevas las cámaras digitales y no se filmaba cine con ellas) filmó en secreto La virgen de los sicarios en otras locaciones de la ciudad.



3.
El viejo en cuestión es además puto y facho, o más bien misántropo. Es uno de los personajes más misántropos que haya leído. De hecho, la novela cuenta pocos hechos: la mayor parte de la novela es una diatriba misantrópica acerca del presente de Medellín en particular, de Colombia en general, y de la humanidad en supergeneral. La sinopsis es así: el gramático conoce a Alexis, un sicario y prostituto menor de edad, y se enamora de él. Se lo lleva a vivir a su departamento vacío, y día a día pasean por Medellín, dirigiéndose a todas las iglesias de la ciudad. En determinado momento, Alexis mata a alguien. Y en determinado momento pasa otra cosa, el giro de la historia, que no se los voy a contar. Pero que está muy bien.

4.
Me gustaron por igual el libro y la película, y considero que se pueden ver y leer en el orden que sea: ambas obras tienen la suficiente autonomía como para ello, porque en las dos lo principal es la prosa, literaria o audiovisual.

lunes, 13 de octubre de 2014

Nieve en otoño, de Irène Némirovsky

1.
Leí esta lacrimógena, reaccionaria y pedorra novela breve de nuestra self hating jew favorita, Irène Némirovsky, en un viaje en micro y se me terminó re rápido, así que además de ser medio mala, la novela me dejó a pata teniendo que tratar de dormir en vez de leer y es otro motivo por el que me cae mal.

2.
Para el que no sabe quien fue esta mujer, los remito a mis reseñas anteriores. Esta es la tercera novela publicada en vida por la Irène. La primera es David Golder, que es la que la hizo conocida en su época (los '30), y todavía no tuve el placer. La segunda es El baile, súper genial. En esta tercera novela la autora parece haber hecho un esfuerzo grande por no escribir literatura judía, así que le salió literatura rusa blanca y berreta. La protagonista es una sirvienta rusa que ama a sus amos rusos y que se sacrifica por ellos en la Revolución del '18 y después, a pesar de la superficialidad de éstos. La sirvienta es la heroína porque es humilde, le cabe su rango social, le cabe llevar las joyas de sus amos en el dobladillo de los pantalones y no olvida a la Madre Rusia ni al Señor. El final es anticlimático y obvio.

3.
Igual, Irène era muy buena escritora, y se anota un par de porotos en esta novela pedorra también. Están todos en lo que podríamos llamar el "montaje" de la novela, en las elipsis surcidas en la narración sin gran aspaviento. Algunos "cortes" van de la imaginación de un personaje a su realidad, como este:
       La muerte... No lo asustaba. Pero abandonar el mundo en medio del caos de aquella revolución, olvidado por todos, abandonado... Qué absurdo, todo... Bueno, todavía no estaba muerto. Quién sabía... Puede que se salvara. La casa... Creía que no volvería a verla, y allí estaba. Y también aquellos cristales pintados, que el viento siempre rompía y con los que jugaba de niño, imaginándose las colinas de Italia, seguramente porque eran del rojo violáceo de la sangre y el vino tinto. Tatiana Ivanovna entraba y le anunciaba: "Tu madre te llama, corazón".
      Tatiana Ivanovna entró con un plato de patatas y pan.
Ese corte me encantó. Después hay otras elipsis mediante las cuales viene contando todo en "tiempo real" y de pronto cambia de tiempo verbal y hace avanzar la historia dos años en un párrafo. Todo lo de la aceleración y desaceleración del tiempo del relato está muy bien logrado. El relato no tanto. Por otro lado, me es imposible no imaginarme que Luliska es la propia Irène adaptada a una familia noble y cristiana (en vez de rica pero plebeya y judía). En la escena de Tatiana Ivanovna con Luliska en tetas hay un chispazo también.

sábado, 11 de octubre de 2014

La pista de hielo, de Roberto Bolaño

1.
Como es inevitable, aunque uno sea uno de los cuatro más capos del mundo no se puede tener todos libros igual de capos y en mi ranking personal de su obra y supongo que en el de otros lectores de Bolaño también es difícil que este libro esté en el top tres. Comparado con otros libros, este es peor. Por ejemplo, el final está a años luz de los finales increíbles de otras novelas y de sobre todo varios cuentos. También es posible afirmar, en línea con lo que venimos planteando en otras reseñas de los cuatro más capos del mundo, que Bolaño (como Dostoievsky) es un escritor que mejora, sus libros son entrenamiento para sus próximos libros, y por lo tanto La pista de hielo (1993), tan atrás en la biografía de Roberto, no tiene oportunidades contra sus sucesores. Varios de los recursos de La pista de hielo (siendo el principal el del relato coral, que creo que también está en su primera novela, que leeré próximamente) están más y mejor explotados y hasta subvertidos en Los detectives salvajes (1998). Incluso, una frase hermosa de La pista de hielo está casi igual en Estrella distante:
El helado estaba casi derretido pero igual nos lo tomamos. La vieja agradecía esos detalles pellizcándome el brazo o poniéndome apodos. Para Caridad era como ver una película en el cielo. (La pista de hielo, página 52)
Sin embargo...

2.
...La novela tiene algunas cosas que no encontré en otros libros de Bolaño, modos y recursos que no retomó iguales y que están muy bien. Partimos de la base de que todos los cosos de Bolaño están buenos (menos el cuento "Jim" que es una mierda). La pista de hielo es, hasta este punto de mi lectura, la novela policial más tradicional de este autor. Los personajes recorren arcos argumentales completos y casi no hay -o no hay del todo- cabos sueltos: esa es una flor de novedad. Por otro lado, mientras Remo Morán y Gaspar Heredia son típicos personajes bolañanos más o menos alteregos del autor, el gordo y catalán Enric Rosquelles me pareció un caso completamente atípico -y claro, muy bien logrado-.

3.
A ver Bolaño, hacete un solo:
El aire era tan denso que si alzaba un brazo tenía la sensación de estar penetrando algo vivo, semisólido; el brazo mismo parecía aprisionado por cientos de pulseras de cuero, húmedas y cargadas de electricidad. Si uno adelantaba los dos brazos, como los señalizadores de los portaaviones, tenía la sensación de estar dándole simultáneamente por el culo y por el coño a un delirio atmosférico o a un extraterrestre.