viernes, 5 de septiembre de 2014

Silvia Prieto, de Martín Rejtman


1.
No todos los textos se leen de la misma manera, eso es obvio. Hay textos en los que nada importa fuera de lo que está en el papel, pero hay otros cuyas lecturas llevan al lector indefectiblemente a imaginarse al escritor en el período en el que estaba escribiéndolo. Es decir que la experiencia de esas lecturas es en partes iguales asimilar (aprehender, atravesar, usw) el texto leído e imaginar al escritor en cuestión caminando por la ciudad que corresponda -sobre todo si uno sabe que lo escribió en una ciudad que no es la suya- o quedándose encerrado en su casa, o lo que sea, pensando cosas que lo llevaron luego a escribir eso que se está leyendo. (Hay otras experiencias de lectura posibles, como las de los textos que llevan a pensar constantemente en otros textos, pero eso es otra cosa). Toda esta perorata tan profunda para decir la pavada de que siempre pienso a Rejtman joven, pero no es joven (será joven de espíritu). Nació en el '61. Tomo conciencia de esto cuando leo que Rejtman estaba en Londres en 1978, a los 17 años.

2.
Silvia Prieto es un libro editado por Norma en 1999 con el guión de Silvia Prieto, un diario del rodaje escrito por Rosario Bléfari y un diario de postproducción escrito por Martín Rejtman, más un CD con la música de la película. Lo leí porque la película es lo más (véanla ya mismo acá) pero también porque después de leer seguidos Rapado (de cuentos) y Tres cuentos (de cuentos) me había quedado manija. El guión es el guión, vale la pena si sos fanático de la película, me parece, es como un collector's item. (Además me parece que es un caso de guión de hierro y es más interesante ver la película que es lo mismo con imágenes. Pretender hacer lo contrario -leer el guión y después ver cómo lo puso en escena Rejtman- es como pretender leer primero "el lado de acá" de Rayuela y recién después leerlo en el orden del tablero: un sinsentido). Pero, los dos diarios son dos joyitas. El de Rosario Bléfari me gustó porque dice mucho de cómo trabaja Rejtman -o sea me gustó de chusma-, es un buen backstage. Por ejemplo:
No hay nada que enfurezca más a Rejtman que una cadencia mal entonada. Así los actores se van acostumbrando a interpretar una especie de partitura donde la altura, la duración y el volumen son sagrados al pronunciar cada frase.
Fuimos a ver (y al momento de la escritura de esta reseña -05/11/14, la fecha de arriba siempre corresponde a la de finalización de mi lectura del libro) la nueva película de Rejtman, Dos disparos. De más está decir que les recomiendo que vayan. Cuestión que yo, habiendo leído este diario de Rosario Bléfari, y siendo que Dos disparos tiene muchos más personajes -y por ende actores- que las anteriores, y de muy diversas edades y currículums además- me estuve fijando mucho en las actuaciones y en particular en las diferencias que surgen entre los actores en la aplicación, todos, de un mismo modo de hablar -altura, duración, volumen y yo agregaría ritmo alla Rejtman-. Por ejemplo, algunos lo hacen mejor que otros: están más o menos en el código Rejtman -por ejemplo, Walter Jakob está menos, Susana Pampín está a full-, le imprimen más o menos personalidad a ese hablar de por sí uniformador -me encantó la madre de los mellizos metaleros-, actúan mejor -Fabián Arenillas-.

3.
Pero lo mejor del volumen es el diario de Postproducción. Me encanta como escribe este tipo. A diferencia del de Bléfari, el de Rejtman es mucho más literatura y casi cero informativo. El hombre fue a París a postproducir la película, fue solo y se enfermó. También viajó y tuvo aventuras como esta:
En un lugar adonde entro a comer se rayó el disco de los Gipsy Kings y nadie se da cuenta. Tengo que ir a avisarle al cajero, que me mira como si estuviera loco, pero hace por lo menos cuarenta minutos que se repite la misma parte del mismo tema.
-Eso no es mala suerte -me dice mi amigo-. Eso nos pasa a todos.

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