sábado, 20 de septiembre de 2014

La vida nueva, de César Aira

1.
César Aira es un tipo de recursos, de eso no hay duda. Entre los libros suyos que he leído (muchos en términos absolutos y de este blog, pero pocos en términos relativos a su obra) los hay geniales (La costurera y el viento a la cabeza, Varamo también), los hay choreos (El pequeño monje budista, que fue el primero que leí y me dejó una muy mala impresión que tardó en írseme, Cómo me hice monja), y de otros tipos también. Y tengo varios en la biblioteca sin leer (porque los hay en mesas de saldos también). Este caso no es ni una genialidad, ni un choreo. Básicamente es una idea, desarrollada y estirada hasta lo máximo que aguantaba. Obviamente ahí reside en este caso el genio de Aira: el tipo puede estirar una idea, que además el lector entiende en la primera de sus aplicaciones o a lo sumo en la primera de sus repeticiones, tanto como sea necesario y el libro nunca deja de estar bien, incluso de ser atrapante. Y eso que uno ya descubrió el mecanismo, si es que éste estaba oculto en algún momento.

2.
La vida nueva podría durar la mitad y sería un cuento, pero dura lo que dura (77 páginas) y está editado solo por Mansalva. Mansalva, que no sé por qué tiene la horrible costumbre de editar los libros sin lo que en el Word se denomina justificado (no sé si es el término editorial). En este caso, además, La vida nueva no tiene párrafos, es todo un solo y largo párrafo sin justificar. Eso empeora mucho la experiencia, señor Mansalva. Sépalo.

1 comentario:

ericz dijo...

Como me hice monja es de los más geniales, emho.