miércoles, 23 de enero de 2013

Antología de Pablo de Rokha y Locas mujeres de Gabriela Mistral

1.
Una cosa que puedo decir sobre Chile es que le dan mucha bola a la poesía. No de casualidad sus dos premios Nóbel de literatura fueron poetas. Mistral y Neruda son los más conocidos adentro y afuera del país, pero cualquier chileno más o menos leído conoce también los nombres de Nicanor Parra, Enrique Lihn, Stella Corvalán, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha. Hice trabajo de campo al respecto. De hecho, un chileno no lector también va a conocer varios de esos nombres, porque en la escuela primaria enseñan que Chile es una tierra de poetas. Será. En Argentina, en la escuela, toda la poesía que se enseña es o bien de prosistas -Borges, Cortázar, etc.- o bien de poetisas -Storni, Pizarnik, Orozco-. O bien de poetas chilenos o uruguayos o españoles. A continuación dos informes para quedar como expertos en poesía chilena y conseguir minitas: primero hablamos de Pablo de Rokha (puntos 2 y 3), y seguidamente de la afamada Gabriela Mistral.

2.
De mi basta incultura sobre poesía chilena formaba parte Pablo de Rokha con holgura y comodidad. Ni nombrar lo había sentido. Pablo de Rokha, seudónimo de Carlos Ignacio Díaz Loyola, Licatén, región del Maule 1894, Santiago, región metropolitana 1968 (suicidio), comunista, surrealista, contracara de Pablo Neruda, enojado, cero cursi, oscuro, telúrico, capo.

P. de Rokha, sacándose la típica foto de los escritores con lupa.
3.
Tiene un libro que se llama Carta Magna del continente (1949), que tiene un texto intitulado "Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile (ensueño del infierno)". Es uno de sus más conocidos. Me gustó, pero sus referencias constantes requieren conocimientos gastronómicos previos. También tiene un poema re dark sobre Valparaíso que fue hecho canción. Y también tiene una poesía larga, "Canto del macho anciano", con resonancias sorelianas, que me pareció bacán, la cagó, como dicen acá los chilenos (y es algo bueno, como un "la rompió"), y que en uno de sus párrafos dice:
Ha llegado la hora vestida de pánico
en la cual todas las vidas carecen de sentido, carecen de destino, carecen de estilo y de espada,
carecen de dirección, de voz, carecen
de todo lo rojo y terrible de las empresas o las epopeyas o las vivencias ecuménicas,
que justificarán la existencia como peligro y como suicidio; un mito enorme, equivocado, rupestre, de rumiante
Fue el existir; y restan las chaquetas solas del ágape inexorable, las risas caídas y el arrepentimiento invernal de los exesos,
en aquel entonces antiquísimo con rasgos de santo y de demonio,
cuando yo era hermoso como un toro negro y tenía las mujeres que quería
y un revolver de hombre a la cintura.
Hasta acá Pablo de Rokha.

4.
Gabriela Mistral (nacida Lucila Godoy Alcayaga, en Vicuña, valle del Elqui, en 1889, muerta en Nueva York en 1957, premio Nóbel de literatura 1945, la primera latinoamericana y encima mujer) es en Chile básicamente una prócer. Sin que los personajes se parezcan (en lo más mínimo: ni siglo comparten), el uso simbólico estatal chileno de Mistral es similar al que por lo menos en la tradición mitrista se hizo en Argentina siempre de Sarmiento: hombre/mujer de letras, padre/madre del aula, propugnaron por la educación pública inclusiva, billete de 50 pesos argentinos para uno, billete de 5000 pesos chilenos para la otra. Una diferencia importante es la inserción popular que tiene Mistral y que Sarmiento, si supo tener, no parece tener más. La Mistral en Chile es indiscutible: la quieren izquierdas y derechas, cada cual con su imagen parcial de ella. Eso sí, no le vayas a hablar a los chilenos fachos de la identidad sexual de la Mistral, ni de su relación con su "amiga" Doris Dana.

Estatua con cara de mala de la Mistral en Montegrande, Valle del Elqui.
5.
Leí a la Mistral como quien hace la tarea porque acá en el valle del Elqui todo se llama Gabriela Mistral, cunde su imagen en murales y carteles y estatuas y hasta en los logos de las cosas. Está el mausoleo (donde también yacen los restos de Yin Yin), la casa museo, y yo no la había leído.

6.
El libro que leí (leímos en realidad, con Mariano y en voz alta), Locas mujeres, reúne dos libros: Lagar I, publicado en 1954, y Lagar II, póstumo (1991). Son poesías sobre mujeres, algunas autorreferenciales, otras no ("Antígona", "Electra"...), otra no sabemos. Rima, corrije banda. Es bien clasicota, pero me gustó, o hasta ahí: me pareció bien. Es muy buena con los principios: "Una en mi maté:/yo no la amaba" (de "La otra"). "En el sueño yo no tenía/padre ni madre, gozos ni duelos" ("La desasida"). Ésta es la que más me cabió:
LA BAILARINA

La bailarina ahora está danzando
la danza del perder cuanto tenía.
Deja caer todo lo que ella había,
padres y hermanos, huertos y campiñas,
el rumor de su río, los caminos,
el cuento de su hogar, su propio rostro
y su nombre, y los juegos de su infancia
como quien deja todo lo que tuvo
caer de cuello, de seno y de alma.

En el filo del día y el solsticio
baila riendo su cabal despojo.
Lo que avientan sus brazos es el mundo
que ama y detesta, que sonríe y mata,
la tierra puesta a vendimia de sangre
la noche de los hartos que no duermen
y la dentera del que no ha posada.

Sin nombre, raza ni credo, desnuda
de todo y de sí misma, da su entrega,
hermosa y pura, de pies voladores.
Sacudida como árbol y en el centro
de la tornada, vuelta testimonio.

No está danzando el vuelo de albatroses
salpicados de sal y juegos de olas;
tampoco el alzamiento y la derrota
de los cañaverales fustigados.
Tampoco el viento agitador de velas,
ni la sonrisa de las altas hierbas.

El nombre no le den de su bautismo.
Se soltò de su casta y de su carne
sumiò la canturía de su sangre
y la balada de su adolescencia.

Sin saberlo le echamos nuestras vidas
como una roja veste envenenada
y baila así mordida de serpientes
que alácritas y libres la repechan,
y la dejan caer en estandarte
vencido o en guirnalda hecha pedazos.

Sonámbula, mudada en lo que odia,
sigue danzando sin saberse ajena
sus muecas aventando y recogiendo
jadeadora de nuestro jadeo,
cortando el aire que no la refresca
única y torbellino, vil y pura.

Somos nosotros su jadeado pecho,
su palidez exangüe, el loco grito
tirado hacia el poniente y el levante
la roja calentura de sus venas,
el olvido del Dios de sus infancias.
Zarpado mural de mosaico con la Gaby Mistral flasheando en Pisco Elqui.

7.
Resulta que G.M. enterró en Montegrande, valle del Elqui, una botella con un poema inédito para que quien lo encontrara lo difundiera y publicara. Todos sabían dónde estaba, pero no lo sacaban a la luz. En 2010 el alcalde de la municipalidad, por el bicentenario chileno, y para enaltecer su gestión, armó un evento con el fin de desenterrar públicamente la cosa. Tendrían que haber tomado recaudos para sacar un papel a la luz tras cincuenta años, pero no lo hicieron: neoliberalismo, circo. Pónganse en la situación porque paso a presente del indicativo: El papel se resquebraja en las manos del alcalde, que se sorprende a la vez por el fenómeno mencionado y por el contenido del texto: Gabriela no enterró un poema, sino un mensaje a las autoridades de Montegrande para que, en ese lugar, se construyeran juegos infantiles. El final de la historia es neoliberal también: con un presupuesto asquerosamente inflado, los licitantes construyeron unos juegos de madera que deber haber estado buenísimos al momento de su inauguración pero que ahora están, todos, rotos. El papel permanece oculto de la luz y ya nadie lo puede ver. Por lo menos, así me lo contaron los elquinos.

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