lunes, 7 de noviembre de 2011

Cine y peronismo: el estado en escena, de Clara Kriger

1. Éste también es puanner, como ven en las etiquetas, y en el título y en todo él. Resulta que cursé un seminario de investigación con Alejandro Cattaruzza. El tema era intelectuales situados en coyunturas políticas particulares en el siglo XX argentino. Había que elegirse un asunto de estudio y armar un proyecto de investigación. Lo único qe logré hacer yo fue leer este libro: el día que fui a la clase a ver cómo seguir pensando qué investigar me encontré con que el cuatrimestre terminaba en dos semanas y dejé el seminario. El libro está re bueno. El seminario estaba bien, pasa a engrosar la columna de fracasos académicos de mi corta y bastante exitosa carrera universitaria (donde muchos de los fracasos tienen que ver con seminarios, no termino de cazarles la onda).

2. En la tapa está Perón con anteojos 3D (en una foto real en el festival de Mar del Plata de 1954).



(El del medio en la fila de arriba)

3. El libro tiene dos partes. La primera es una historia político institucional del cine en la década del primer peronismo, casi totalmente protagonizada por Raúl Alejandro Apold, subsecretario de prensa y difusión de Juando. La autora se pregunta qué incidencia tuvieron las políticas proteccionistas del gobierno peronista en el cine del período. La hipótesis tradicional, planteada por primera vez por Domingo Di Núbila en un libro sobre cine argentino del '59 y corroborada por Leopoldo Torres Nilson también en épocas post Revolución Fusiladora, es la de que el peronismo frenó el avance de cine en lo artístico, lo esterilizó, y lo puso a su servicio. Kriger ya en el prefacio demuestra la falsedad de esa hipótesis, que se cae con la menor investigación. Dice Kriger que en las 400 películas de ficción que se realizaron en el período, en ninguna aparecen mencionados Perón o Evita, así como ningún funcionario de gobierno. Por otro lado demuestra con números el aumento de la producción, del ingreso y del prestigio internacional del cine argentino, por los menos hacia la mitad del período (en el momento de mayor esplendor económico). Por otra parte comprueba que existió la censura pero que la autocensura fue mucho más importante y tuvo que ver con factores económicos. También sugiere que hay abundante evidencia de corrupción por parte de Apold en la concesión de préstamos y subsidios a los grandes estudios de aquel entonces. Estoy dejando de lado muchos otros temas que también se estudian, desde los documentos y las series. Esta primera parte me gustó, aunque no es el tipo de historia que disfruto leer.

4. La segunda parte en cambio sí es exactamente el tipo de historia que me gusta leer, historia cultural. Clara Kriger se pregunta por la presencia del Estado en los discursos desplegados en el cine de ficción del período. A lo largo de unas 150 páginas, reseña y luego analiza películas de varios géneros, siguiendo una clasificación desarrollada ad hoc: películas policiales, sobre médicos, sobre educación, sobre cárceles, sobre las zafras, sobre el mundo del trabajo, etc. Las fotos están re buenas además. Y las hipótesis trabajadas, muy inteligentes. En fin, recomiendo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Los orígenes del totalitarismo: tercera parte, de Hannah Arendt

1. La capísima Hannah Arendt ya fue presentada en este blog cuando leímos y reseñamos Eichmann en Jerusalén. Yo había leído con anterioridad La condición humana, en el marco de un grupo de estudio interdisciplinar del que supe formar parte siendo aún joven (qué harán, tres años pongamoslé) y gracias al cual pude entender algo de ese libro del cual hablando en términos generales no entendí nada. Para los que no la conocen, acá la tienen entrevistada por un tal Günter Gaus, rauchen und deutsche sprechen. Diganmé si no se parece a Violencia Ribas mezclada con Golda Meir.

2. Resulta que hace poco tiempo tuve que leer el tercer libro de Los origenes del totalitarismo para la facultad. Normalmente yo mantengo tres lecturas en paralelo: lo de la facultad para leer en momentos especialmente dedicados, alguna novela o cuento en el bondi y alguna historieta en el ñoba. Bueno, leyendo a Hannah tuve que usar todos los momentos de leer para leerla a ella. Por un lado, sin ser ilegible, no es un libro ligero. Por otro lado, es largo, mucho más que lo que en Puán se acostumbra a mandar de una semana para la otra. Y por otro lado, las notas al pie eran infinitas e ineludibles, sobretodo porque todo el jugo histórico del libro está puesto ahí: sin las notas al pie el libro es una suerte de análisis abstracto del concepto abstracto de totalitarismo. Llegó el final del cuatrimestre y me dispuse a escribir las respuestas del parcial domiciliario, pero calculé tan mal el tiempo que me iba a llevar cada respuesta que de pronto me encontré en la situación de estar a punto de escribir sobre Hannah con catorce horas de parcial encima y sólo tres por delante para dedicarle a ella, llegar a la facultad y entregar. La consigna era compararla con el fragmento que nos mandaron a leer de otro libro, malísimo y contemporáneo al de Hannah. La solución que encontré fue apelar a la burla, en la medida en que ello es posible en un parcial domiciliario. Yo me reí mientras lo escribía, espero que el profe que me corrigió se haya reído, sé que ustedes no se van a reír porque es demasiado ñoño, pero ahí va, el punto tres de mi parcial domiciliario de PMC. Beso.