sábado, 11 de junio de 2011

Macbeth, de Guillermo Shakespeare

1. Este también lo leí por el ingreso del IUNA que estoy haciendo. Había que hacer un trabajo práctico como final de la materia Literatura, comparando el texto de Shakespeare con dos de sus adaptaciones a cine. Yo usé Trono de sangre de Kurosawa y Macbeth de Roman Polanski. El ensayo me quedó para alquilar balcones y tirar manteca al techo, así que lo reproduciré en su totalidad. Una vez más, el que quiera plagiarlo que se banque (que se Banquo) la pelusa.

2. Para leerlo, cliquéen en el leer más. Lo pongo así porque sino el TP me come la visualización del blog.

2.bis. Me saqué un 10. Eeeesa. Lo único que me cuestionó el profesor es el apéndice, que son los fotogramas que ven aquí abajo, donde se comparan imágenes similares en ambas películas (los dos Macbeths, los asientos vacíos, la primera aparición del fantasma, el fantasma itself). ¿Esto para qué está?, me preguntó. ¡Es lindo!, le contesté.






Instituto Universitario Nacional de Artes
Carrera: Artes Audiovisuales - Curso Preuniversitario
Materia: Literatura
Ciclo lectivo 2011


Trabajo Práctico Final
Macbeth en cine: Análisis de dos transposiciones fílmicas de la obra de Shakespeare







Introducción

En el siguiente trabajo analizaremos la transposición del texto teatral de una escena de Macbeth en dos de las adaptaciones cinematográficas que existen de esta obra de Shakespeare. La escena escogida es la cuarta del tercer acto, en la que Macbeth, ya siendo rey y habiendo mandado a los asesinos a eliminar a Banquo y a Fleancio, tiene una perturbadora visión durante el banquete y se deja en evidencia frente a sus invitados. Las películas: Trono de sangre de Akira Kurosawa (1957) y Macbeth de Roman Polanski (1971).

Thunder and lightning. Enter three Witches: La obra.

Macbeth (circa 1606) es una de las obras más famosas del inglés William Shakespeare (1564-1616), y ha sido interpretada y reinterpretada centenares de veces no sólo en teatro, cine y televisión sino también en pintura, literatura y cómic. Para evaluar su vigencia en, por poner un ejemplo, el mundillo teatral de Buenos Aires, alcanza con hacer una búsqueda de la palabra Macbeth en el sitio alternativatearal.com y observar que tan solo en los últimos dos años se han realizado seis puestas de la obra o de versiones de la misma, dos de las cuales se encuentran actualmente en cartel.
En Macbeth la acción tiene lugar en Escocia, durante el siglo IX d.C. Los nombres y los rangos de los personajes fueron tomados de personajes históricos (el rey Duncan, el rey Macbeth, Banquo). Sin embargo las brujas, las profecías, las traiciones y los asesinatos responden a la imaginación del autor.
Uno de los temas principales de la obra es el del orden natural de las cosas y la perversión del mismo. Las brujas son el agente y el símbolo del desorden natural (“Fair is foul, and foul is fair/Hover through the fog and filthy air”) que tras la profecía Macbeth perpetúa a través del asesinato de Duncan con el que trunca la cadena sucesoria “natural”. En contraposición, agentes del orden son la propia Naturaleza (el bosque, en particular) y aquellos personajes que quieren reestablecer la línea sucesoria. El tema de la Naturaleza aparece sin cesar en los diálogos de los personajes, como por ejemplo en el parlamento del Sargento que sangra en la Escena II del Acto I (“¿Asustan, acaso, el gorrión al águila y la liebre al león?”) o en el de Banquo frente a Duncan en la Escena IV del mismo acto (“Si en él germino, vuestros serán los frutos”) . La escena IV del acto III no es la excepción. Allí encontramos a Macbeth que dice: “La naturaleza tiene dispuesto que el viborezno que se ha deslizado segregue veneno con el tiempo”; “¡Pero ahora, los muertos (…) nos echan de nuestros puestos en la mesa (…)!” y también: “¡hasta las piedras se mueven y los árboles hablan!”. Finalmente Lady Macbeth dirá: “Os resentís del descanso que la Naturaleza impone a todas las cosas, el sueño”.

El Castillo de las Telarañas

Trono de sangre de Akira Kurosawa (Kumonosu-jô, 蜘蛛巣城, cuya traducción literal sería “El Castillo de las Telarañas”; el título en español corresponde al título de la película en inglés) es la adaptación libre que el célebre realizador japonés rodara en 1957. Protagonizada por su actor estrella Toshirô Mifune, la historia se sitúa en el Japón feudal que, al igual que la Europa feudal pero muchos siglos después, se caracterizó por la atomización del poder en muchos Señores que gobernaban sus regiones desde castillos, apoyados en sus séquitos de nobles vasallos y en sus tropas. Además del escenario, Kurosawa modificó otros elementos, niponizando la obra inglesa. Los nombres de los personajes ahora son nombres japoneses (Macbeth es Washizu, Lady Macbeth es Asaji, Banquo es Miki, etcétera), las Tres Brujas son ahora un muy japonés espíritu del bosque. En la escena en la que nos enfocaremos más adelante, Washizu, Asaji y los invitados presencian un baile en la tradición del Kabuki, ofrecido a ellos por uno de los invitados.
Las principales modificaciones en el argumento son el embarazo de Asaji/Lady Macbeth (y luego la pérdida del mismo) y la muerte de Washizu/Macbeth, que en esta versión es acribillado a flechazos por sus propios hombres.

Macbeth en clave personal

La adaptación de Macbeth de 1971 fue realizada por Roman Polanski, posiblemente el director más desventurado de la historia , en el que seguramente haya sido el peor período de su vida. En 1969 su mujer Sharon Tate (que estaba embarazada) y varios de sus amigos habían sido asesinados en un ritual satánico por miembros de la secta de Charles Manson. No es para nada descabellado considerar que estas –extremas- circunstancias personales hayan llevado a Polanski a emprender este proyecto, una versión oscura y sangrienta de Macbeth para cine que fue financiada por Hugh Hefner, fundador y dueño de la revista Playboy. El dato biográfico resignifica en especial la escena de la matanza de la familia de Macduff en el castillo de Fife.
La adaptación libre de Polanski respeta los diálogos originales de la obra de Shakespeare, pero también amplía en forma considerable los mismos con aclaraciones a la trama que permiten al director apuntar su película más hacia algunas de las lecturas posibles de la obra original que hacia otras: aparecen subrayadas la traición y la conveniencia, y también la codicia y el deseo de poder, en detrimento de las lecturas relacionadas con la idea de orden y desorden natural, por ejemplo. Las brujas, las apariciones y las visiones parecen contener cierta cuota de realismo, sostenida en psicologismos: es el caso de la escena I del acto IV, cuando Macbeth vuelve a ver a las brujas éstas le hacen beber un brebaje que lo embarca en una suerte de viaje alucinógeno, que justifica las visiones espeluznantes. De la misma manera, la aparición del fantasma de Banquo en la escena IV del acto III sería meramente una alucinación producto de la culpa, nada sobrenatural. Si bien permanece lo mágico en el carácter premonitorio de las visiones y de los dichos de las brujas, todo pareciera tener una explicación “realista”, aunque no la conozcamos.
Por otro lado, no está de más mencionar que, por el hecho de ser una adaptación cinematográfica de un texto teatral, el director debió inventar acciones para complementar los parlamentos de algunos personajes que en el texto shakesperiano hablan sin más. Es el caso del anciano en la escena IV del acto II, al cual Polanski hace orinar contra una pared mientras habla del alcohol y sus efectos en los hombres. Otra modificación que tiene que ver con este pasaje de teatro a cine es la conversión de varios de los monólogos en monólogos internos. Este cambio permite salvaguardar el realismo en la película, evitando lo chocante (y revelador del dispositivo) que hubiera resultado ver las declamaciones de los personajes –declamaciones que por cierto, inevitablemente hubieran terminado siendo para la cámara, aunque no la miraran.

Gentlemen, rise; his highness is not well: Acto III, Escena IV.

Breve resumen de la escena en el texto original: Es un banquete en el palacio de Macbeth. Están el susodicho, su esposa, Lennox, Ross y otros nobles y servidumbre. Mientras los dueños de casa dicen palabras de bienvenida, uno de los asesinos entra a informar a Macbeth que la misión encomendada ha sido cumplida, aunque a medias: Banquo ha sido asesinado, no así el hijo. Macbeth se muestra satisfecho sin embargo. Despide al asesino y se pone a perorar frente a sus invitados. Cuando Lennox lo invita a sentarse, Macbeth ve, en el lugar que le han reservado, al fantasma (la sombra) de Banquo. Sufre un ataque. Lady Macbeth trata de calmarlo, apelando a su orgullo, y al no lograrlo despide a los invitados argumentando que el rey se halla indispuesto. Antes de que termine la escena, los esposos hablan de las sospechas que guardan hacia Macduff. Lady Macbeth manda a su esposo a dormir. Fin de la escena.
En Trono de sangre, la escena anterior a la que nos compete terminó con un caballo que llega sin su jinete al Castillo de las Telarañas: el caballo de Miki. La escena IV del acto III comienza con la danza de uno de los invitados, como mencionábamos más arriba. Washizu está muy tenso. Mira de soslayo los lugares vacíos de Miki y su hijo. Dos de los nobles se preguntan por la tardanza de Miki, y afirman que Washizu se preocupa por lo mismo (a diferencia de la obra original, en la que Macbeth lo dice él mismo y a todos). Washizu grita al viejo que deje de bailar.
Siendo parte de la adaptación niponizada que realizó Kurosawa, esta escena muestra un banquete de nobles japoneses, extremadamente ceremonial en todos los aspectos. Los invitados sentados adoptan la posición corporal que corresponde. Nadie come, esperan a Miki. Sólo Washizu, el de más alta jerarquía, bebe sake.
Cuando aparece el fantasma, Washizu rompe el ceremonial. Se para, se mueve para todos lados, asustado. Asaji dice que su esposo se debe sentir afectado aún por la muerte de su señor. Más tarde dirá que es el alcohol. Washizu se calma pero luego vuelve a ver al fantasma de Miki y esta vez desenfunda su espada y asesta fintas al aire. Asaji manda irse a todo mundo, excusando a su marido. Una vez solos, le dice a Washizu: “Admirable esposo mío, un hombre que aspira a gobernar toda la nación no puede dejarse asustar por un simple fantasma”. De inmediato, es ella misma la que se sobresalta. “¿Quién eres?”. Es el asesino. Vestido de samurai, con armadura de cuero, trae un paquete. “Os traigo la cabeza de Miki”. Washizu sigue perturbado, le ordena que no la desenvuelva. Asaji le recuerda que pregunte por el hijo de Miki. Ha escapado. Asaji mira a su marido sugestivamente, como denigrándolo, y se va. Washizu mata al samurai y retrocede mientras lo ve agonizar. La imagen tiene a los dos personajes centrados y resulta muy pictográfica. Funde a negro.
El cambio principal en el argumento de la escena está en que el asesino llegue después del banquete y no antes. El temor de Washizu/Macbeth y la visión del fantasma quedan resignificadas porque nacen del deseo del hecho, de la puesta en marcha del mismo, y no del hecho consumado, del que no tiene noticias hasta después aunque el espectador se haya enterado antes (por el caballo sin jinete). Los demás cambios no hacen a la estructura de la escena y tienen que ver con la adaptación a la cultura japonesa.
En Macbeth de Polanski, la escena respeta bastante la estructura que aparece en la obra de Shakespeare. La principal diferencia es que Polanski decidió la partición de la misma en dos escenas consecutivas. Primero, Macbeth es informado por uno de los asesinos de la muerte de Banquo y la huida de Fleancio. Los asesinos son conducidos a un sótano donde seguramente se les da muerte (esto es un agregado a la obra original; también en Trono de sangre). Luego, la escena del banquete y el fantasma.
Las diferencias con el texto original que están presentes a lo largo de la película también se destacan en esta escena. Cuando Macbeth habla con el asesino, parte de su parlamento está internalizado mediante el recurso de la voz en off como representación del pensamiento o monólogo interno. Antes del diálogo con el asesino vemos a un oso al que le sueltan unos perros, espectáculo que contemplan Macbeth y su mujer con evidente placer. Tras el diálogo y encierro de los asesinos, y antes de la escena del banquete propiamente dicha, pasan frente a la cámara los cadáveres arrastrados del oso y de uno de los perros: un poco más de violencia explícita para la versión Polanski de Macbeth.
Ya en la escena del banquete, todos los invitados brindan exclamando el nombre del ausente sin aviso, Banquo. Macbeth es invitado a sentarse y ve al fantasma de Banquo con la cara ensangrentada. Los invitados le señalan sonrientes el espacio vacío/ocupado. El cuadro podría ser una cita al cuadro de Théodore Chassériau. A medida que Macbeth se aterra más y más, las visiones del fantasma se van haciendo más surrealistas. Los diálogos son los de la obra original: la intervención de Polanski se nota especialmente en la intención con la que los personajes dicen sus parlamentos, sin declamar, como si hablar poéticamente fuera lo más natural del mundo.

Bibliografía

• Shakespeare, William. Macbeth. Cambridge University Press, Cambridge, 2da edición, 1902.
• Shakespeare, William. Hamlet/Macbeth. Editorial Sol 90, Barcelona, 1era edición, 2000. Páginas 119-191.
• Sánchez Noriega, José Luis. De la literatura al cine. Editorial Paidós, Barcelona, 2000. Páginas 72-77.


1 comentario:

Gaby Guerrero dijo...

fui testigo de ese momento... y efectivamente le respondiste "Es lindo".... fue una muy buena respuesta! :)