viernes, 10 de diciembre de 2010

Cuarteles de invierno, de Osvaldo Soriano

1. Aventuras en la dictadura

Un cantor de tangos y un boxeador veterano llegan a un pueblo bonaerense, contratados para hacer de atracciones durante los festejos cívico-militares con los que las autoridades planean celebrar el orden imperante. El pueblo se llama Colonia Vela. Mientras Rocha, el boxeador, es un grandote buenudo, el cantor Galván tiene ciertos pruritos respecto a los milicos, pero es trabajo. Rocha y Galván se hacen amigos provisoriamente: ambos suponen partir al día siguiente, después de sus respectivas presentaciones. Sin embargo, (obviamente) las cosas no salen como lo esperaban. Galván le niega un autógrafo a la persona equivocada y se hace amigo de la persona equivocada; Rocha se enamora de la persona equivocada; y sin embargo, los amigos no quieren irse sin primero salvar su honor, a cualquier precio. ¡Amor! ¡Acción! ¡Humor! ¡Apremios ilegales! ¡Tango! ¡Dictadura!

2. Fuera de joda

Yo no había leído a Soriano aún, y lo tenía mal categorizado. No sé por qué lo tenía como a uno medio cursi así medio Becquer. Nada que ver. Soriano es uno de los fundadores de Página/12, y entra más en la bolsa de sus amigos Sasturain y Bayer. La novela está muy buena, está escrita de una manera interesante pero fluida y fácil, sin por eso descuidar descripciones consistentes para personajes y lugares. Tiene algo mínimo de banalización del proceso, pero esto es simplemente por el hecho de ser una ficción en un contexto real, cercano y terrible, sobre el cuál casi simpre se escribe/filma/pinta en un tono mucho más lúgubre. Hay una sola parte de la novela en la que se cuela la parte más violenta de la dictadura en la trama, y alcanza para entender que está bien que no sea ese el tono de la historia. A nivel "moral" (perdón, es que estoy estudiando Durkheim), la historia está perfecta, y me permite felicitar la decisión académica de la escuela secundaria en que trabajo de ponerla como bibliografía obligatoria en Lengua de 3er año. Yo por mi parte se la presté a mi hermano menor benjamín de la familia. Esta novela además tiene la siempre positiva característica de que no podés parar: le pondría la etiqueta droga si no la hubiera utilizado ya para obras de mucha menor estofa literaria. Fin, un beso, Ale.

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