jueves, 30 de diciembre de 2010

La reina en el palacio de las corrientes de aire, de Stieg Larsson

1. ¿Alguien me puede explicar el título? ¿Quién mierda es la reina, qué garompa es el palacio de las corrientes de aire? ¿Queda cerca del de la papa frita? El título original de la novela en sueco es Luftslottet som sprängdes, el castillo en el aire que fue derribado sería la traducción literal, donde castillo en el aire es una forma de decir sueño irrealizable o algo así. En inglés el título es The Girl Who Kicked the Hornets' Nest, la chica que pateó el nido de avispas. Tiene mucho más sentido como traducción del título original y al mismo tiempo tiene relación con el contenido del libro. Pero en castellano no, tenían que ponerle un título flashero. Posta que si alguien me puede explicar a qué se refiere el título, le estaría agradecido.

2. Terminé de leer la saga Millenium, que empecé a leer hace como seis meses. Impresión general: el primero es muy superior a los dos siguientes. El dato fáctico que lo demuestra es que el primero lo leí en una semana, re drogui, mientras que los otros dos los leí cada uno en más tiempo que el otro. Con el tercero sólo (el que nos convoca), debo haber estado dos o tres meses. Tiene un serio problema para captar la atención del lector. Hasta la página 200 no pasa naranja. De pronto hay como tres asesinatos, un suicidio, y la mar en coche. Pero qué pasa: un capítulo después, todo está planchado de nuevo, aburrido burocrático. Vuelve a hacerse interesante en las últimas 300 páginas. Quitando las últimas 50. (Estamos hablando de un libro de 854 páginas, de bolsillo que le dicen).

3. Del contenido no vamos a hablar, se trata ni más ni menos que de la segunda parte del anterior, si no fuera que sumarían unas 1600 páginas los podrían haber editado juntos. Decepciona el rol del personaje Ronald Niederman, eso sí. Era el villano por excelencia y lo relegaron a un último plano. También se nota que Larsson planeaba seguir con la jodita de Millenium, hay varios personajes-cabo sueltos que podrían ser retomados. En fin, la saga Millenium está buena, como lectura de playa, no tanto de hacer caca. No le va a cambiar la vida a nadie, pero la pueden pasar bien. He dicho.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Vagón fumador: Antología de relatos sobre el tabaco, de Mariano Blatt y Damián Ríos (comp.)

1. Hace no tanto tanto tiempo en una galaxia muy muy lejana dije "Yo no leo antologías". Las personas que me rodeaban pensaron que yo estaba haciendo una declaración de principios, por lo que raudo les explique que me limitaba a enunciar un hecho empírico, sin implicancias morales. Entonces Maru me prestó esta antología. El libro me gustó, en promedio resulta un buen libro, porque a pesar de tener garchas como el cuento de Link, tiene cosas como el de Laiseca que levantan el promedio muy alto. Voy a pasar a hablar de cada cuento, mientras sufro un ataque de coreografía.

2.
- "Noventa días" del chileno Zambra: Habla de que deja de fumar. Mediocre por no decir malo.
- "Stainbarguer" de Sol Prieto, una chica que nació en el '85: Me gustó bastante, es medio largo pero eso está bueno, muy minita, emparentable a cosas que escriben amigas mías que pueden ser muy minitas al escribir si así lo desean. Un poco snob con lo del Nacional Buenos Aires.
- "Apagar" de Daniel Durand, el que es poeta. Yo lo conocía de Vieja de agua, un libro re re lindo. Este cuento me gustó también, es de dejar de fumar, pero con un enfoque original; además el tipo la tiene clara al escribir. Un aplomooooo.
- "Suplicantes. Plaza Catalunya" de María Moreno: yyyy, eeeeh, qué sé yo, está bien, no me voló la cabeza y me lo voy a olvidar además.
- "La comadreja bebé" de Inés Acevedo, otra péndex: me gustó menos que'l de la primera péndex, olvidable as well.
- "Mi prima Histeriqueta" de Alberto Laiseca, el más capo de los contemporáneos argentinos (sí, antes pensaba que ese era Fabián Casas pero ya no). Laiseca es un capo, escribe mejor que todos y se la re banca. El cuento es un delirio, como suele suceder, y el asunto del fumar aparece un montón pero por suerte el cuento no se trata de eso. Tiene frases como estas, por poner dos elegidas a vuelo de pterodáctilo:
Se limitaba a mirarla con cara de Stalin más Hitler dividido todo por dos.
Otra:
Después de formar una montañita de basura, con la mano izquierda debía acercar una palita y con la derecha tomar una de sus tetas y usarla como escoba para meter dentro de la mencionada palita todos los deshechos.

- "Los ojos de tu perro", de Mónica Müller, buen nombre para una escritora. Es un lindo cuento: termina antes de lo que hubiera querido, tirándose a menos.
- "Kirchner, una vida", de Daniel Link. Una garcha ambulante. Recomiendo saltearlo. El chistecito es que empieza con Kirchner en un manicomio, hablando de que 'el campo' lo enloqueció, y a la carilla te dice que está hablando del pintor alemán Kirchner y no de Néstor. La sensación es de que vas a leer un texto opositor de humor al estilo el hijo de Tato que escribe en Clarín, y después queda esa sensación de mierda mientras leés un cuento malo en el que estás todo el tiempo tratando de adivinar si las referencias al pie de página son verdaderas y Link es tan boludo que se cree que escribir un cuento como si fuera un ensayo es copado o si por el contrario Link es tan boludo que se cree que puede poner referencias falsas al pie de página como si no hubieran escrito ya Borges y Bolaño. Me inclino por la primera.
- "Para dejar de fumar" de Hebe Ubhart. A ver, no me lo acuerdo. Ah, es otro de grupo de autoayuda para dejar de fumar, como el de Zambra. Este está mejor que el de Zambra pero no es la gran cosa.
- "Química y tabaco" de Elvio E. Gandolfo. No había leído nada de este señor, y me gustó mucho, puesto número dos del ranking. Destácase el hecho de que el autor no fuma, nunca fumó, y con ese eje escribe el cuento.
- "Marlboro Light" de Mario Bellatín. Muy malo. Para mí que fue así: le llegó un mail invitándolo a escribir para la antología, dijo bueno, se sentó y escribió este cuento de un tirón sin planificar nada, lo mandó y se fue a hacer caca.
- La antología concluye con el poema "Tabaquería" de Fernando Pessoa (bajo el seudónimo de Álvaro de Campos), que juega en otra liga totalmente. O sea, es mucho mejor que todo lo demás pero no hay punto de comparación. Es como del mahashá.

3. Todo esto compilado poooooor: Pizzaría Los Hijos de Puta... No mentira, JAJAJAJAJA que chistoso. Mariano Blatt y Damián Ríos (comp.). Hay un prólogo a cargo de ellos que no agrega nada. No me entraron en las etiquetas pero la verdad es que ser compilador no es un graaan merito. Sobre todo no amerita que te adjudiques un lugar similar al de la autoría, en mi humildísima opinión. Por ejemplo, ¿qué hacen en el lomo? En la tapa bueno, en la postada te lo banco, en la cajita con los datos legales obvio, ¿pero en el lomo por qué? Escucho respuestas. (Sí, yo voy a seguir haciendo de cuenta que tengo lectores. Hago un comentario marginal y termino el artículo. Hoy mientras escribo esto es 31 de diciembre y estoy en la casa de mi primo, en la que empecé este blog por aburrimiento hace dos años y ahora miren en lo que se ha convertido, un lugar para el despliegue de mi deseo coleccionista. Feliz año para todos mis queridos lectores reales y para todos los imaginarios también. Y un saludo especial a vos, lector esporádico.)

viernes, 10 de diciembre de 2010

Cuarteles de invierno, de Osvaldo Soriano

1. Aventuras en la dictadura

Un cantor de tangos y un boxeador veterano llegan a un pueblo bonaerense, contratados para hacer de atracciones durante los festejos cívico-militares con los que las autoridades planean celebrar el orden imperante. El pueblo se llama Colonia Vela. Mientras Rocha, el boxeador, es un grandote buenudo, el cantor Galván tiene ciertos pruritos respecto a los milicos, pero es trabajo. Rocha y Galván se hacen amigos provisoriamente: ambos suponen partir al día siguiente, después de sus respectivas presentaciones. Sin embargo, (obviamente) las cosas no salen como lo esperaban. Galván le niega un autógrafo a la persona equivocada y se hace amigo de la persona equivocada; Rocha se enamora de la persona equivocada; y sin embargo, los amigos no quieren irse sin primero salvar su honor, a cualquier precio. ¡Amor! ¡Acción! ¡Humor! ¡Apremios ilegales! ¡Tango! ¡Dictadura!

2. Fuera de joda

Yo no había leído a Soriano aún, y lo tenía mal categorizado. No sé por qué lo tenía como a uno medio cursi así medio Becquer. Nada que ver. Soriano es uno de los fundadores de Página/12, y entra más en la bolsa de sus amigos Sasturain y Bayer. La novela está muy buena, está escrita de una manera interesante pero fluida y fácil, sin por eso descuidar descripciones consistentes para personajes y lugares. Tiene algo mínimo de banalización del proceso, pero esto es simplemente por el hecho de ser una ficción en un contexto real, cercano y terrible, sobre el cuál casi simpre se escribe/filma/pinta en un tono mucho más lúgubre. Hay una sola parte de la novela en la que se cuela la parte más violenta de la dictadura en la trama, y alcanza para entender que está bien que no sea ese el tono de la historia. A nivel "moral" (perdón, es que estoy estudiando Durkheim), la historia está perfecta, y me permite felicitar la decisión académica de la escuela secundaria en que trabajo de ponerla como bibliografía obligatoria en Lengua de 3er año. Yo por mi parte se la presté a mi hermano menor benjamín de la familia. Esta novela además tiene la siempre positiva característica de que no podés parar: le pondría la etiqueta droga si no la hubiera utilizado ya para obras de mucha menor estofa literaria. Fin, un beso, Ale.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

La fuente, de César Aira

1. Apología de la Biblioteca Maia Minovich

Hace algunos días, la Biblioteca Maia Minovich se me fue volando como una garza en pleno verano. Anunciada pero inesperadamente dejó los anaqueles que supieron darle cobijo tantos años y se marchó en una valija de viaje a un lugar mejor, donde todos los libros podrían estar juntos y ordenados por género y color. La pila de libros que había separado para leer confluyó casi intacta con los demás: los de la facu, los de Anagrama, los copados, los (muchos) de Benedetti, los de Aliza de psicología, los juveniles, los que sí leí (Las brujas de Dahl, el de Enrique Symns, Los vagabundos del Dharma, El horror de Dunwich, por nombrar los que ahora vienen a mi memoria), los demás. Fue un placer y un honor custodiarte, Biblioteca Maia Minovich. Un minuto de aplausos, salvas de artillería, sueltas de globos, palomas y conejos por tí.

2. Mea Culpa

Una y otra vez recaigo en Aira, como un boludo. Sin embargo, esto de cometer varias veces el mismo error tuvo un efecto inesperado. Ahora leer a César Aira se me ha ido legitimando, como costumbre. Sus libros son tan fáciles de leer... ¡y están por todos lados! Posta que la mayoría de la gente a la que puedo saquearle la biblioteca tiene por lo menos uno. Son tan fáciles de leer, decía, que no importa si uno es malo: igual voy a leer otro pa' probar. Además no te enterás si el libro es malo hasta que no llegás al final.

3. La fuente

La Biblioteca Maia Minovich tenía un libro de Aira en efecto: éste. No lo iba a leer pero cuando la migración, Maia me dijo que podía ir pidiéndole prestados los que no había llegado a leer de mi pila en espera (eran muchos) y yo me quedé con dos. El otro es 62/Modelo para armar, me tengo que obligar a leerlo de una vez por todas. Y éste lo agarré más por lo rápido que lo iba a devolver que por otra cosa: de hecho no lo tenía en la pila. La fuente es de los mejores que leí del muchacho de Pringles. Una virtud: tiene final (que no es poco en Aira). Y no es un final de esos que parecen pensados tres páginas antes del mismo, este parece pensado por lo menos treinta antes. Y aunque al principio parece una grasada, la prosa es muuy buena y la idea del narrador omnisciente con opinión sobre las cosas es divertida. Es un narrador que hace muchas reflexiones acerca de lo que pasa en la historia que está contando, sin hacerse cargo de que es el escritor, salvo en una parte. En el punto 4 va la cita. Buenas noches.

4. Una parte

No hablemos de la impotencia, de la fatalidad. Eso también existe, pero no en las novelas.
Es cierto que yo podría morirme hoy mismo, y dejar esta novela inconclusa. No crean ni por un instante que no lo he tenido en cuenta. Hoy mismo, hace un rato, cuando venía para aquí, tambaleándome, helado bajo el sol de febrero, con el corazón flaqueando, a punto de romperse en cualquier momento, no pensaba en otra cosa. Miraba a toda la gente despreocupada, abstraída, el río de carne, las caras, las manos, y pensaba: ¿por qué yo? ¿por qué no ellos? ¡Yo quiero terminar mi novelita, día de sol! ¡Necesito una semana más, cinco días, tres...!