miércoles, 25 de agosto de 2010

El año del desierto, de Pedro Mairal

1. Vengo posponiendo la escritura de esta reseña hace mucho (hoy es 4 de octubre - feliz cumple Lauri) porque me parece re difícil: de hecho ya escribí reseñas que van a venir después. En este tiempo ya lo leyó Joni también, y es la primera persona de muchos a los que les voy a prestar este libro porque me parece que es una masa y un must de la literatura argentina. ¡Está tan bueno! Antes que nada, los créditos: se trata de un libro que leí a instancias de Maru Kogan, de quien tenemos al final de esta entrada el vínculo a una nota que publicó en El Interpretador, en la que habla de El año del desierto y otras yerbas. Maru me lo prestó, pero a la mitad de la lectura decidí que me lo tenía que comprar y así lo hice. La novela está editada por Interzona. Interzona cerró y muchos de sus libros quedaron en el limbo: se dice que hay un depósito donde están guardados los libros de Interzona hasta el día que llegue el mesías y suenen las trompetas del Apocalipsis. Mientras tanto, se pueden comprar los que quedaron en stock en librerías: este en particular está agotado, y lo conseguí de pedo (gracias a Germán, ya que estamos repartiendo loas, que lo buscó para comprarselo él y llevarselo a su exilio, y a Paco, que lo fue a comprar aunque no se tratara de la librería en la que él mismo trabaja, porque es mi agente de compras oficial y exclusivo). Shirly Lapides me lo vio en la mochila y me dijo ¡¿por qué vos tenés este libro?! ¡lo estoy buscando hace año y medio!. Así que un saludo a Joni, a Maru Kogan, a Germán, a Paco, a Shirly Lapides, a mi mamá y a Pedro Mairal.

2. María, una minita, vive en San Isidro y trabaja de telefonista en las oficinas de Suárez & Baitos, en una torre de Retiro. Tiene un novio que tiene una moto. Se quiere comprar un vestido. Mientras tanto, la capital se sacude por las protestas en el microcentro, los saqueos y la represión policial. María se hace la boluda ante la situación circundante, todo lo que puede. Espera en una esquina a su novio, que fue a la manifestación a pesar de que ella le pidiera que no fuera. La manifestación es contra el avance de "la intemperie". María espera a su novio en la esquina aún cuando pasa frente a ella un policía montado arrastrando del pelo a una mujer por la calle. Al final, se tiene que ir. A lo largo de la novela, María va cediendo ante las circunstancias, cada vez más extrañas, cediendo ante el cambio y admitiéndolo en su vida, cambiando ella misma ante cada cesión para adaptarse a las circunstancias que vuelven a cambiar en cada nuevo episodio. Creo que Maru dijo alguna vez algo así como que la premisa de la novela es el concepto de que siempre se puede estar peor: puede ser. Otro concepto que claramente se sopesa, se me ocurre ahora, es el famoso dicho de que "todo tiempo pasado fue mejor".

3. Amé El año del desierto porque tiene cuotas de muchos de los géneros que más me gustan. Tiene mucho de literatura fantástica pero el trato es quizás más el de la ciencia ficción. Un trato totalmente realista de situaciones que parten de una premisa totalmente fantástica. Es ciencia ficción en la medida en que la Historia también es una ciencia, es ciencia ficción en la medida en que un libro de historia contrafáctica (como El hombre en el castillo, de Philip K. Dick) puede ser encuadrado dentro de la ciencia ficción. Historia contrafáctica ubicada en el futuro, en este caso, una especie de reorganización de la historia argentina. Por ejemplo:
... ya casi nadie escuchaba ni cantaba tangos. Uno dejó el bandoneón en el Ocean porque no podía pagar las copas, y ahí quedó el instrumento, dando vueltas, hasta que se lo vendieron a un carpintero alemán que lo quería para su hermano que tocaba música sacra en las iglesias de Heidelberg.
¡Es la historia del bandoneón y del tango a la inversa! No voy a revelar más, aunque hay muchas citas que quisiera poner y muchos detalles que me gustaría arruinarles.

4. Siento que debería decir mucho más, pero no sé qué. Joni dice que no hay mucho más para decir.

5. En su nota en El Interpretador, Maru compara El año del desierto con Las viudas de los jueves de Caludia Piñeiro y Plop de Rafael Pinedo. La parte específica de El año del desierto es la II, pero recomiendo leer todo, el análisis de Las viudas... está bueno también aunque como yo no hayan leído el libro ni visto la película. El Interpretador / Marina Kogan: Avatares del realismo inverosimil.

jueves, 19 de agosto de 2010

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson

1. Pues bueno. Leí la parte dos de la saga Millenium. ¿Qué me pareció? Me pareció bien. Un poco más aburrido que la uno, a pesar de que el argumento estuviera mejor. Tiene mucho relleno: eso de "Lisbeth Salander fue a Ikea y compró esto, esto, esto, esto, esto, esto, esto, esto, esto, esto, eso, aquello color sarasa, y pagó con Visa" sólo se justifica en American Psycho.

2. El argumento es similar al de ese libro de Harry Potter que no recuerdo si es el segundo o el tercero, en que todos piensan que él es el culpable de no sé qué cosas malas y entonces lo odian: es el mismo recurso. Aunque tarda más que el primero en arrancar con la acción, igual se la banca. Es un buen libro para mamás. Tengo cosas más concretas para decir, pero son arruinadoras de tramas, así que sigo acá abajo. Lea bajo su propio riesgo.

3. SPOILER ALERT

lunes, 2 de agosto de 2010

Historia transversal de Floreal Menéndez, de Leo Masliah

1. Este libro me lo compré de cebado nomás, en Puán. Un día lo señé y otro día lo compré, gasté 30 pesos y el libro está usado y hecho mierda, así como si lo hubiera agarrado un perro. Es linda la tapa igual, y es efectivamente la primera edición. Es uno de esos gastos innecesarios, una de esas compras supérfluas que sólo se me justifican si leo el libro, cosa que en general no sucede pero que en este caso sucedió, para tranquilidad de mi conciencia economicista y también para favorable precedente de nuevas compras supérfluas en los puestitos de libros de la facultad.

2. Historia transversal de Floreal Menéndez es algo así como una novela en la que el narrador no puede concentrarse en un protagonista. Empieza con Floreal Menéndez, que juega al ajedrez y pierde, va al médico y espera su turno, pero antes de que Floreal Menéndez entre al médico (o después, no me acuerdo, no importa), el narrador se va con otra persona que está esperando en el lugar. Se va, sigue a otro personaje hasta que este se encuentra con un tercero o no se encuentra sino que se cruza y entonces el narrador sigue al otro y así se construye todo el libro: de historias fragmentarias cual más absurdas de personas casi siempre con nombres y apellidos (aunque a veces sin nombres ni apellidos, con apelativos como "el que no era el plomero de Martínez" por ejemplo) que transitan la ciudad de Montevideo a pie, en taxis, colectivos o bien por misteriosos túneles por debajo de la tierra.

3. Lo fragmentario de la trama lo vuelve un libro ideal para leer cuando uno hace caca. Las pequeñas historias no son necesariamente graciosas (muchas sí) pero la forma en que todo está escrito es ingeniosa a más no poder. Insoportablemente ingeniosa en las dosis propuestas, según mi papá. Es verdad que tanto ingenio todo el tiempo hace que las cosas se pierdan en la masa. En fin, yo lo banco. Si alguien tiene un libro de Leo Masliah para prestarme me chifla.