martes, 13 de octubre de 2009

Preacher

1. Voy a olvidar una vez más el concepto de reseñar libros de literatura en prosa, para reseñar algo que no lo es: un cómic. Preacher es una creación de Steve Dillon y Garth Ennis que se publicó entre los años 1995 y 2000 en Vertigo, de DC Comics. Hará un año que me di cuenta que otro beneficio (más) de internet es que uno se puede bajar historietas que nunca va a poder leer en papel, en su idioma original, y gratis, y leerlas con cualquier programa tipo el picture manager mientras hace de cuenta que está trabajando detrás de su mostrador correspondiente. Así leí Watchmen (que es de lo mejor del mundo, infinitamente mejor que la película que espero no hayan visto porque es una mierda hija de puta), después V de Venganza (que está muy buena también, la película le hace bastante honor a mi parecer y en algunas cosas está mejor inclusive -entre el cómic y la peli hay muchas diferencias porque el cómic es de los 80, pero están bien salvadas- ), y no me acuerdo si alguna más, y finalmente Preacher. Las otras dos son como miniseries de 10 u 11 capítulos; Preacher en cambio es larga larga y la estuve leyendo casi todo el año. Tanto la leí que quise comentarla acá, aunque además de las otras dos mencionadas leí muchas otras historietas en papel también en el tiempo que lleva operando este blog.

2. A Preacher llegué, como a otras cosas, por el Rufián Melancólico. Y me lo bajé de acá: http://www.taringa.net/posts/comics/1576602/Preacher-en-7-links.html. Se trata de lo siguiente, más o menos: Jesse Custer es un predicador en un pueblo de mierda. Un día se escabia y hace un escándalo en el bar del pueblo, de modo que al día siguiente todos están en misa para ver si dice algo al respecto. Pero entonces cae un bólido del cielo destruyendo la iglesia y matando a todo el pueblo, menos a Jesse Custer. Lo que cayó del cielo cayó efectivamente de El Cielo, y es algo tan poderoso que Dios (Dios) dejó su trono en el Cielo y nadie sabe dónde está. En el episodio de la iglesia Custer es poseído por algo que le confiere un poder (La Palabra del Señor) por el cual Custer puede hacer que cualquiera haga cualquier cosa que él le ordene. Pero Custer casi no usa la Palabra. El objetivo de Custer, cuya historia previa a ser un preacher vamos conociendo con el correr de los 66 capítulos, es encontrar a Dios y obligarlo a volver a su trono y a hacerse cargo de su creación. Además, hay muchos muchos personajes. Todos estos:



3. Un par de cosas más. Preacher es, creo, el producto cultural más republicano (en el sentido del Partido Republicano de George Bush y Ronald Reagan) que yo haya leído y que me haya gustado. Custer no sólo es cristiano, sino que además es un redneck texano fanático de las armas y los coches y el wiskey y los Estados Unidos. El papá de Custer fue a Vietnam y le heredó un encendedor que dice Fuck Communism. Toda la serie es muy Yo Amo A Los Estados Unidos. Tan yanqui es, que Custer suele tener visiones en las que se le aparece nada más y nada menos que John Wayne. Y sin embargo, está re buena. Porque los personajes no son planteados como modelos perfectos, y las falencias de Estados Unidos son remarcadas todo el tiempo, aunque no sea a la manera Michael Moore. Me da paja analizar, así que enumero: hay machistas y feministas, racistas (negros, blancos, el KKK), ricos violadores, pobres violadores, drogas y abuso de drogas, alcohol y abuso del alcohol, fanáticos religiosos, gente homeless que se muere en la calle, policías corruptos, presidentes corruptos, sexo, frustración sexual, adolescencias de mierda, y un largo etcétera.

4. Una última recomendación: leerla en inglés. Los personajes tienen modos de hablar que en ninguna traducción española de mierda se puede haber transmitido bien. Cuando tenga una editorial la traduzco de forma decente y la saco. Ahora me quedé sin cómic para leer en el laburo. Se aceptan recomendaciones.

martes, 6 de octubre de 2009

La industria del Holocausto, de Norman G. Finkelstein

1. Me lo prestó el tío Mario.

2. La industria del Holocausto: reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío, ese es el título completo. Conocí a Finkelstein (en realidad me enteré que existía) por el documental Defamation, de Yoav Shamir, que pasaron en el PAPIFI de este año (una peli muy muy muy recomendable, en particular para judíos, más en particular para judíos que fueron a la primaria o a la secundaria dentro de la red de escuelas judías). En Defamation, Finkelstein parece un loco, pero loco mal. La entrevista es en su departamento y a medida que se va sacando se empieza a ir por la escalera del edificio, con el director siguiéndolo atrás, mientras sigue la entrevista, digamos. Finkelstein es el que aparece en el trailer saludando como nazi. A Finkelstein lo acusan de antisemita, como se ve claramente en esa peli, y como se lee en el prefacio de 2001, aquellos a los que él considera parte de la industria del Holocausto.

3. Los padres de Finkelstein pasaron por Auschwitz y Majdanek y sobrevivieron, y el resto de sus familiares fueron asesinados en el Holocausto. Finkelstein parte en su investigación de que de los juicios por indemnizaciones millonarias que se realizaron en el '98-'99 contra bancos suizos y después contra fábricas alemanas y después contra Estados ex-soviétivos de Europa oriental, su vieja no vió un peso, ni su vieja ni casi ningún otro superviviente del Holocausto, a pesar de que todo el tiempo los abogados de la Conferencia sobre Solicitudes Materiales (conformada por el Comité Judío Americano, Bnei Brith, el Joint) dijeron hablar en nombre de los "supervivientes del Holocausto necesitados", o de las "víctimas judías de la persecución nazi que no se habían beneficiado debidamente del proceso de indemnisación", refiriéndose al que se dio casi espontáneamente cuando Alemania pagó a judíos y al Estado de Israel a principios de la década del '50.
La idea principal que desarrolla es que existe un sector social dentro de la comunidad judía estadounidense, representado en un grupo de organizaciones comunitarias (la Anti-Difamation League por ejemplo, que es como la DAIA de EEUU), que utilizando el tópico del Holocausto extorsionan a diferentes Estados para sacar guita que utilizan en sus propios fines, a veces comunitarios, pero a veces no. Y cuando son fines comunitarios, son los que permiten perpetuar la industria del Holocausto (Sí, hace ruido, pero vean la película que decía antes. Con esto último se refiere a las escuelas judías y a Marcha por la Vida, que en la traducción esta se llama la Marcha de los Vivos, parece una película de zombis). La mitad del libro se dedica a este tema de las indemnizaciones, y presenta banda de fuentes y pruebas en contra de la Comisión esta. Pero es la parte más aburrida del libro (todo el capítulo 3, "La doble extorsión", es un embole) y no me interesa contarles más sobre eso.

4. Uno de los datos más interesantes que maneja es que el holocausto nazi no se empezó a escribir con mayúsculas en la prensa de EEUU sino hasta la Guerra de los Seis Días ('67), y esto por una sencilla razón, bastante coherente con el comportamiento de los ricos estadounidenses, judíos o no: entre el fin de la Segunda Guerra Mundial y el '67, traer a la memoria el Holocausto era considerado comunista, porque era atacar al principal aliado de EEUU en la Guerra Fría (la República Federal Alemana) y a la vez recordar con quién se habían aliado para vencer a los nazis. Cuando la Guerra de los Seis Días, los medios judíos (del mundo) hablaron del miedo a una segunda Shoá, está vez a manos árabes, y de la peligrosa situación del Estado de Israel. Y empezó a aparecer con mayúsculas. Estaría bueno que alguien comprobara en archivos de la prensa comunitaria si lo que Finkelstein analiza para EEUU se aplica a la Argentina o no. Lo otro que dice Finkelstein es que después de la estrepitosa victoria en 6 días de los isralíes en esa guerra, los judíos yanquís empezaron a usar entre los poderosos yanquis la carta de "interlocutores naturales" entre Israel y EEUU, que antes no les interesaba usar. Hasta el '67, los EEUU preferían mantener distancia de Israel para no enojar a sus amigos árabes, y porque no parecía valer la pena. Se sabe que los primeros años del Estado de Israel, éste parecía estar más cerca de la URSS que de los otros.

5. Lo que a mí más me interesó, de todos modos, es lo que analiza en el capítulo 2, titulado "Embaucadores, mercachífles, y un poco de historia". Finkelstein (de ahora en adelante Finky) diferencia el acontecimiento, holocausto nazi, de su representación ideológica, Holocausto con mayúsucula. Y dice que los dogmas fundamentales que sustentan la estructura del Holocausto son dos:
(1) el Holocausto constituye un acontecimiento histórico categóricamente singular. (2) el Holocausto marca el clímax del eterno e irracional odio gentil a los judíos.
Me interesa en particular el tema de la singularidad del Holocauto, porque yo mismo me lo he preguntado (o me lo he creído, según la perspectiva). Algunas citas:
La anomalía del Holocausto es que su singularidad se considere absoluta. ¿Qué otro hecho histórico, cabría preguntar, se clasifica básicamente en función de su categórica singularidad? La estrategia utilizada es aislar los rasgos distintivos del Holocausto con objeto de situarlo en una categoría exclusiva. Lo que queda por esclarecer es por qué muchos de los rasgos que tiene en común con otros acontecimientos se consideran triviales en comparación con los que lo singularizan.
De afirmar que el Holocausto es algo único a aseverar que no se puede comprender racionalmente apenas hay un paso. Si el Holocausto carece de precedentes históricos, habrá que colocarlo por encima de la historia y no podrá ser explicado con la lógica histórica. De hecho, el Holocausto es único porque es inexplicable, y es inexplicable porque es único.
Los razonamientos a favor de la singularidad del Holocausto han llegado a constituir una especie de "terrorrismo intelectual" (Chaumont). Quienes ponen en práctica los procedimientos comparativos al uso en la investigación académica deben, como medida previa, hacer infinidad de advertencias para evitar que les acusen de "trivializar el Holocausto"
A esto último puedo agregar yo, o que los acusen de antisemitas. Con esto de los procedimientos comparativos se refiere a comparar el Holocausto con cualquier otro acontecimiento histórico-político-social. Hay comparaciones que efectivamente trivializan el Holocausto, y otras que no. Por lo general depende del contexto. Pero es fácil darse cuenta de cuándo sí y cuándo no se está trivializando, es sentido común, y lo que se hace bastante es acusar malintencionadamente, más por quién lo dice que por qué es lo que dice o por qué dice lo que dice. En el libro en una nota al pie hay un ejemplo con Fidel. Fidel dice que el capitalismo mata tanta gente cada año como lo que mató la Segunda Guerra Mundial, y que "no tenemos un Nuremberg que pueda juzgar el orden económico que se nos ha impuesto". Entonces Abraham Foxman, presidente de la Anti-Difamation League (aparece en la película Defamation), le responde que no es lo mismo. Evidentemente, no es lo mismo, pero es una analogía perfectamente factible, y me parece muy bien además. Una cita más sobre el tema de la singularidad:
...la singularidad del Holocausto es un "capital moral"; los judíos deben "reclamar su soberanía" sobre esta "valiosa propiedad".
Ahora unas citas sobre el dogma (2), porque me copé:
El dogma del Holocausto del eterno odio gentil ha valido tanto para justificar la necesidad de un Estado judío como para dar cuenta de la hostilidad dirigida contra Israel. El Estado judío es la única salvaguarda posible contra el próximo (e inevitable) estallido de antisemitismo homicida: y, a la inversa, el antisemitismo homicida está detrás de todo ataque e incluso detrás de toda maniobra defensiva en contra del Estado judío.
y
La cuestión no es, evidentemente, que el antisemitismo sea justificable, ni tampoco que haya que culpar a los judíos de los crímenes cometidos contra ellos, sino que el antisemitismo se desarrolla en un contexto histórico específico en el que existe un juego de intereses concomitante.


6. Por último, también está buena la posición que tiene Finky sobre los negacionistas del Holocausto (es decir, los que con argumentos pretendidamente cientificos o no, intentan negar la existencia del Holocausto, parcial o totalmente. Parcialmente, serían los que sugieren un número mucho menor de víctimas, por ejemplo. Totalmente, serían los que dicen que los campos de concentración y de exterminio eran simples campos de trabajo y que lo demás lo armaron los yanquis cuando llegaron para inculpar a los nazis). Lo que dice Finky es que los negacionistas son muy pocos, y no son una amenaza porque los lee poca gente, y que además lo absurdo de sus argumentaciones también los minimiza. Dice dos cosas también. Una es que:
No es difícil descubrir los intereses a los que obedece la propagación de la idea de que quienes niegan la existencia del Holocausto son una legión. En una sociedad saturada de Holocausto, ¿cómo se podría justificar la aparición de más museos, libros, planes de estudios, películas y programas dedicados a él si no fuera invocando el fantasma de la negación del Holocausto?
Y después cita a Raul Hilberg:
"Si estás personas quieren hablar, dejémosles que hablen. Es un acicate para aquellos que investigamos con objeto de analizar de nuevo lo que podríamos haber dado por sentado. Y eso nos resulta útil".
Bueno basta.